En estos tiempos de pandemia, la salud mental se ha vuelto una temática que ha ido tomando mayor relevancia en la vida de las y los chilenos/as, ya que el confinamiento, el temor al contagio y la incertidumbre en diversas áreas es algo nuevo y que nadie pudo prever.
En abril de este año, la Universidad de Chile en su Documento para la mesa social Covid-19 afirma que ¨La salud mental no es solo ausencia de enfermedad, sino también es bienestar subjetivo, es decir, la satisfacción y capacidad de desarrollo respecto de los proyectos de vida” (p.3, 2020). A pesar de esta definición, en junio, solo un 8% de las personas encuestadas sentían tranquilidad, alivio, y 1% satisfacción o felicidad sobre la situación del país. En su contraparte, un 46% de las personas mencionan sentir angustia o nervios, un 44% estrés, 34% miedo y un 28% ansiedad, sentimientos que van en dirección opuesta a una buena salud mental .
El malestar de los y las chilenos/as se puede visibilizar también en el crecimiento de la preocupación a contagiarse de Covid-19 expuesto en la Encuesta Plaza Pública, publicada en junio y realizada por CADEM, (2020) que mostró que desde inicios de marzo de este año, un 57% de personas estaba “poco o nada” preocupado/a de contagiarse de Covid-19, pasando en junio a ser solo un 18%. Por otro lado, en marzo, de un 21% de personas “muy o demasiado preocupados/as” de contagiarse, la cifra aumentó a casi un 70% en junio.
Con toda esta información sería un gran error seguir creyendo que la salud mental no es un foco preventivo de malestar psicosocial (laboral, económico, número de licencias médicas psiquiátricas, vida familiar y personal afectiva) en la población. La salud mental NO puede esperar, ya que, “es precisamente una de las claves para sobrevivir a esta pandemia y todo lo que conlleva a corto, mediano y largo plazo, desde la crisis potencial en la provisión de servicios de salud hasta ayudar a preservar y reconstruir una sociedad post-pandémica” (Universidad de Chile, p.3, 2020).
Ampliando más el espectro de tiempo, en el informe de de la Superintendencia de Seguridad Social (Suseso, 2020), muestra que de 1.419.155 licencias médicas electrónicas emitidas en entre enero y abril de este año, 417.301 corresponden a trastornos mentales, en comparación a las 307.913 licencias por trastornos mentales emitidas en los mismos meses (enero a abril) del 2019. Eventos como el estallido social en octubre de 2019 también son sucesos que llegaron a enfatizar lo mucho que la salud mental está presente como parte relevante de la salud integral del ser humano.
Debido al estallido social y la pandemia, ya se pueden notar las consecuencias económicas a nivel Chile - y mundial -, y la Cepal da cuenta y anticipa en un reporte por la crisis Covid-19 que en Chile el nivel de personas en situación de pobreza llegará al 13,7% (Emol, 2020). Esto se hace relevante ya que existe una relación directa entre pobreza y salud mental, situación que ha sido planteada por la OMS, ya que la inseguridad, bajo nivel educacional, y niveles mínimos de una vida digna (acceso a agua, educación, buena alimentación, higiene, vivienda, etc.) son factores que hacen que enfermedades mentales como la depresión, prevalezca 1.5 a 2 veces más en quienes viven en la pobreza (Emol, 2020).
Todos estos datos, que no muestran un futuro prometedor, viene acompañado de una nueva voz desde profesionales de salud y de salud mental (y el aumento de demanda de éstas profesiones) que notamos como las personas ahora ya no asumen que ir al psicólogo/a, o tener una licencia por salud mental en estos tiempos, es equivalente a estar “loco”, sino que el bienestar subjetivo y los factores externos concretos como trabajo, vivienda, higiene, educación, relaciones interpersonales o falta de estos mismos, son base de la salud integral.
La salud mental no puede seguir esperando, y si bien se han tomado medidas a nivel estatal (programa Saludable-mente del gobierno, que pueden conocer en https://www.gob.cl/saludablemente/) ,estas no han sido suficientes ya que no dan abasto al nivel de demanda en el sistema (público y privado) para tratar las diferentes patologías o trastornos mentales, y no todos/as tienen la posibilidad de acceder a salud mental privada. Es por todo esto que se ha dado la urgencia de hablar de nuestra salud mental, como una temática que no es ajena y que viene para quedarse, ya que después de esta crisis sanitaria, como individuos parte de una sociedad, todos y todas nos veremos afectados/as en mayor o menor medida.
Ps. Camila del Solar.
Referencias "Aumentan licencias médicas por trastornos mentales en los primeros cuatro meses del 2020” (Subsecretaría de previsión social, mayo 2020).
"Cepal proyecta que la pobreza en Chile podría subir hasta 13,7% ante covid-19 y propone transferencias monetarias a hogares" (Emol, mayo de 2020).
Encuesta Plaza Pública (Cadem, junio 2020).
“Salud mental en situación de pandemia. Documento para mesa social Covid-19” (Universidad de Chile, abril de 2020).
“Salud mental y pobreza en Chile: Sólo el 19% de las personas que requieren atención tienen acceso” (La Tercera, agosto 2020).
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